domingo, 20 de marzo de 2011

Empleo: la educación no es la respuesta

Paul Krugman fue premio nobel de economía en el 2009. Acaba de escribir un artículo con un título provocador: Empleo: la educación no es la respuesta.

Algún colega dirá que no es bueno incluir estas ideas en un blog destinado a gente que está estudiando, pero uno estudia paracomprender y transformar la realidad y no para engañarse.

¿Y qué dice Krugman? Pueden leer la nota aquí. A modo de síntesis: Que el capitalismo no reemplaza necesariamente a los trabajadores con bajo nivel de educación sino a aquellos cuya actividad puede ser automatizada. Y esto incluye también a trabajadores de alto nivel educativo (p.ej diagnóstico médico por computadora)

Algo así había señalado Marx hace más de siglo y medio en el Manifiesto Comunista:

El creciente empleo de las máquinas y la división del trabajo quitan al trabajo del proletario todo carácter propio y le hacen perder con ello todo atractivo para el obrero. Este se convierte en un simple apéndice de la máquina, y sólo se le exigen las operaciones más sencillas, más monótonas y de más fácil aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy día el obrero se reduce poco más o menos a los medios de subsistencia indispensable para vivir y perpetuar su linaje. Pero el precio de todo trabajo, como el de toda mercancía, es igual a los gastos de producción. Por consiguiente, cuanto más fastidioso resulta el trabajo, más bajan los salarios.

¿Y que conclusión/solución saca Krugman: que “es necesario restablecer el poder de negociación que la fuerza laboral perdió en los últimos treinta años”. Es decir, pelearla

Marx también lo había dicho, auque con palabras más claras:

: “Trabajadores de todo el mundo, uníos”

lunes, 14 de marzo de 2011

Garaje Azopardo y la pérdida de la identidad

Compartí con Dani Yako, el autor de este texto, unos años en el secundario (es más grande que yo), es un excelente fotógrafo.

"¿Quitarle a la policía la confección de los pasaportes significará también cambiar el lugar del trámite? Cada vez que se acerca el vencimiento del mío sufro de solo pensar que tengo que volver a ese edificio odiado conocido como Garage Azopardo. En ese lugar estuvimos secuestrados Graciela, mi pareja en aquel entonces, y yo en unos interminables cuatro días de septiembre de 1976. Pocos saben que allí funcionó –entre 1976 y 1977– un centro de ilegal de detención y tortura.

Yo trabajaba en esa época como fotógrafo de la agencia Noticias Argentinas. Había abandonado mis estudios de arquitectura para dedicarme al periodismo. De muy joven, a los 12 años, había ingresado en la Federación Juvenil Comunista. Muchos de nuestros amigos de la secundaria se habían pasado a Montoneros o al ERP. Y por uno de ellos caímos.

Graciela fue la que más sufrió, violada y picaneada por horas. Me llevaban junto a ella para que escuchara sus gritos.

Por mi parte, recibía una dosis extra de golpes por judío. Otros que estuvieron dicen que el lugar estaba inundado de símbolos nazis.

Nunca nos dieron de comer. Solamente nos acercaban agua cada tanto.Todo el tiempo estábamos encadenados al piso y una de las diversiones de los carceleros era ajustar al máximo los grilletes. Al segundo día nuestra situación mejoró un poco. “¿Quién sos pibe? Llamó Harguindeguy (el ministro del Interior de Videla) preguntando si estabas acá, me dijeron. Luego me enteré de las gestiones de Horacio Tato, el director de la agencia de noticias, para que nos liberaran.

Nos dejaron en la Boca, en esas calles con veredas altas contra la inundación, sin plata, semidesnudos y hechos un verdadero asco. Aún no entiendo cómo logramos que un taxista nos llevara a casa.

El año pasado, el juez Daniel Rafecas inició la causa Garage Azopardo, como parte del juicio del Primer Cuerpo. Hace pocos meses, junto con otras víctimas hicimos un reconocimiento del edificio. Muchas cosas fueron refaccionadas en estos últimos años, pero creo que un lugar que negó la identidad a cientos de personas, no puede hoy otorgarlas."